ELOGIO DE LA DUDA

“Creer es muy monótono; la duda es apasionante” (Oscar Wilde)

No es fácil mirar la obra de Fernando Sáez sin percibir ese ruido de fondo que desprende. Un ruido a la vez agudo y sordo. Parecido al chirrido de una puerta aunque continuo, permanente, inevitable.

A partir de aquí comprobamos cómo sus formas, construidas a base de trazos deliberadamente toscos, cultivan lo incorrecto. Contienen pinceladas que expresan gestos libres y desordenados, sin amarrar pero firmemente decididos a quedarse. Y otros dispuestos a estar solo un rato para luego desaparecer incorporados a una mancha más o menos equívoca y teñida de un color difuso, inestable, volátil, intermedio. Hay también líneas que dibujan contornos precisos mientras otras, obsesivamente repetitivas, texturan y rellenan. Y así van surgiendo las figuras, y los fondos, y toda una iconografía cuyas extrañas conexiones nos instalan en el absurdo y la paradoja.

Elogio de la duda, Mercedes Espiau Eizaguirre

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